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Sobre paz, libertad y derechos de las mujeres
El "Documento sobre la hermandad humana por la paz mundial y la convivencia común" firmado la tarde del pasado 4 de febrero en Abu Dhabi por el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar Ahmad Al-Tayyib, representa un mensaje con un fuerte impacto en la escena internacional.
En el documento se subraya una fuerte condena del terrorismo y la violencia: "Dios no quiere que su nombre sea usado para aterrorizar a la gente". Este comienza con una serie de invocaciones: el Papa y el Gran Imán hablan "en nombre de Dios que creó a todos los seres humanos iguales en derechos, deberes y dignidad", "en nombre de la inocente alma humana que Dios ha prohibido matar", "en nombre de los pobres", de "los huérfanos y las viudas, de los refugiados y los exiliados, de todas las víctimas de las guerras" y "de las persecuciones". Al-Azhar junto con la Iglesia Católica "declaran adoptar la cultura del diálogo como camino; colaboración común como conducta; conocimiento mutuo como método y criterio".
Los dos líderes religiosos piden a los hombres de religión y cultura, así como a los medios de comunicación, redescubrir y difundir "los valores de la paz, la justicia, la bondad, la belleza, la hermandad humana y la convivencia común". Y afirman creer "firmemente que entre las causas más importantes de la crisis en el mundo moderno hay una conciencia humana anestesiada y el alejamiento de los valores religiosos, así como el predominio del individualismo y de las filosofías materialistas".
El Papa y el Gran Imán afirman por tanto que «las fuertes crisis políticas, la injusticia y la falta de una distribución equitativa de los recursos naturales – las cuales solo beneficia a una minoría de los ricos, en detrimento de la mayoría de los pueblos de la tierra - han generado, y continúan haciéndolo, un gran número de enfermos, necesitados y muertos, causando crisis letales de las que son víctimas diversos países... Ante estas crisis que llevan a morir de hambre a millones de niños, ya reducidos a esqueletos humanos - debido a la pobreza y el hambre - reina un silencio internacional inaceptable».
«Es evidente cuánto es esencial la familia», así como la importancia «del despertar del sentido religioso» especialmente en los jóvenes «para enfrentar las tendencias individualistas, egoístas, conflictivas, el radicalismo y el extremismo ciego en todas sus formas y manifestaciones». Los dos líderes recuerdan que el Creador «nos ha concedido el don de la vida para cuidarlo. Un don que nadie tiene derecho de eliminar, amenazar o manipular a su gusto... Por ello, condenamos todas las prácticas que amenazan la vida como el genocidio, los actos terroristas, el desplazamiento forzado, el tráfico de órganos humanos, el aborto y la eutanasia y las políticas que apoyan todo esto».
También declaran «firmemente que las religiones nunca inciten a la guerra y no soliciten sentimientos de odio, hostilidad, extremismo o llamamiento a la violencia o al derramamiento de sangre. Estas desventuras son fruto de la desviación de las enseñanzas religiosas, el uso político de las religiones e incluso de las interpretaciones de grupos de hombres de religión». Por esta razón «pedimos a todos que dejen de instrumentalizar las religiones para incitar al odio, la violencia, el extremismo y el fanatismo ciego y que dejen de usar el nombre de Dios para justificar actos de asesinato, exilio, terrorismo y opresión». El Papa y el Gran Imán recuerdan que «Dios, Todopoderoso, no necesita ser defendido por nadie y no quiere que su nombre sea usado para aterrorizar a la gente».
Luego testimonia que «la protección de los lugares de culto - templos, iglesias y mezquitas - es un deber garantizado por las religiones, los valores humanos, las leyes y las convenciones internacionales. Cualquier intento de atacar los lugares de culto o amenazarlos con atentados, explosiones o demoliciones es una desviación de las enseñanzas de las religiones, así como una clara violación del derecho internacional».
En la Declaración se define "una necesidad indispensable de reconocer el derecho de la mujer a la educación, al trabajo y al ejercicio de sus propios derechos políticos. Además, se debe trabajar para liberarla de presiones históricas y sociales contrarias a los principios de la propia fe y dignidad. También es necesario protegerla de la explotación... Por eso se deben detener todas las prácticas inhumanas y las costumbres vulgares que humillan la dignidad de las mujeres y trabajar para cambiar las leyes que impiden a las mujeres disfrutar plenamente de sus derechos».
Finalmente, «Al-Azhar y la Iglesia Católica exigen que este Documento sea objeto de investigación y reflexión en todas las escuelas, universidades e institutos de educación y formación». Y esperan que la Declaración se convierta en un "símbolo del abrazo entre Oriente y Occidente, entre el Norte y el Sur».
Fuente: Vatican News
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