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La gran riqueza del calendario litúrgico de nuestra Iglesia, nos ofrece hermosas y variadas celebraciones en honor a nuestra Madre, la Virgen María. De manera especial ponemos mayor énfasis en Adviento, Navidad y en el mes de María. Pero, también, el mes de Agosto nos trae otra fecha importante de expresar nuestra fe, cariño y devoción a la Santísima Virgen.
La Asunción de la Virgen, es una celebración alegre y llena de esperanza, ya que nos muestra el Don de Dios que lleva a la plenitud de vida a la Virgen María y, al mismo tiempo, se vislumbra nuestro destino de salvación.
Es importante destacar que la Iglesia, a lo largo de su historia, no habla de la muerte de la Virgen sino que de su "dulce dormición" o de su "glorificación". La Virgen María fue ensalzada por el Señor como Reina universal con el fin que se asemejara de forma más plena a su Hijo, Señor de señores (Apoc. 19, 16) y vencedor del pecado y de la muerte (LG59)
Cabe señalar que el dogma de la Asunción de la Virgen fue definido, después de consultar a los Obispos de todo el mundo, por el Papa Pío XII en 1950.
Lo importante es no olvidar que este día celebramos, juntos en comunidad, el hecho de que María fue llevada al cielo y está junto a su Hijo en el cielo en forma gloriosa. Así esperamos estar nosotros algún día. Vaya, también, en este día un saludo fraternal a las miles de religiosas que celebran su día en esta fecha. Que el Señor las siga bendiciendo en sus múltiples servicios que desempeñan en los diversos rincones de nuestra patria.
La Asunción es un mensaje de esperanza que nos hace pensar en la dicha de alcanzar el Cielo, la gloria de Dios y en la alegría de tener una madre que ha alcanzado la meta a la que nosotros caminamos.
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