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La economÃa ha sido uno de los sectores más afectados por el avance del Covid-19
El pensamiento social cristiano ha logrado contribuir al diseño de una economía al servicio del hombre. La invitación a los empresarios cristianos es a poner sus máximos esfuerzos en el trabajo digno como una herramienta para el desarrollo integral. Desde USEC y Trabajo Para un Hermano nos dan pistas sobre este enfoque fraterno.
La economía ha sido uno de los sectores más afectados por el avance del Covid-19. El desempleo en Santiago alcanzó un nivel histórico del 15,6%, según el Centro de Microdatos de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile. La cifra más alta en 20 años. Con las restricciones sanitarias, empleadores de comercios no esenciales se han visto forzados a “bajar las cortinas”, acogiéndose a la Ley de Protección al Empleo para salvar sus negocios, pero con esta decisión han puesto en jaque la estabilidad laboral de sus colaboradores, quienes han debido enfrentar la restricción, suspensión o término de su contrato de trabajo.
Jaime Ruiz Tagle, director de Departamento Economía de la Universidad de Chile e investigador del Núcleo Milenio en Desarrollo Social, considera que para reactivar la economía del país se deben restablecer las confianzas, que ya se habían perdido desde el estallido social. “La economía sufrió un shock circunstancial vinculado con un problema político mayor (...) Confío en que vamos a ser capaces como sociedad de hacernos cargo de buena parte de las demandas sociales. Van a tener que aflorar consensos que lleven a adquirir compromisos con la ciudadanía”. En ese sentido, Ruiz Tagle considera que conceptualmente la Doctrina Social de la Iglesia podría utilizarse como un referente para llegar a consensos desde punto de vista social. “La Iglesia Católica ha liderado muchas de las discusiones sociales, es un agente importante que ha velado por la protección de los más débiles por mucho tiempo (...) Tiene un rol importante que jugar en estos días”, puntualizó.
Para velar por el cumplimiento de estos principios en el mundo empresarial, existen organizaciones como la Unión Social de Empresarios, Ejecutivos y Emprendedores Cristianos (USEC). Sergio Merino, presidente de esa entidad, dice que “tenemos la convicción de que las empresas socias de USEC están haciendo todo lo posible para mantener el vínculo laboral con sus colaboradores y minimizar las consecuencias negativas de esta crisis”. El directivo agrega que “están entregando insumos de salud en forma gratuita, otras, ayuda financiera y psicológica a sus trabajadores, varias están otorgando facilidades a sus clientes, mientras otras de un ámbito tan distinto como la cultura también están entregando apoyo a la comunidad”. Para Merino, la pandemia nos dejará la lección de poner a la persona en el centro, “va a ser algo que en USEC creemos firmemente y que hemos venido difundiendo desde hace 72 años, cuando nos fundó san Alberto Hurtado: para hacer empresa no sólo hay que fijarse en las rentabilidades económicas, sino que hay que poner a la persona en el centro de nuestras decisiones y de la cultura organizacional, orientando la empresa al bien común de la sociedad. Ese mensaje se ha vuelto tremendamente actual”, destacó.
Por su parte, desde la Fundación Trabajo para un Hermano, que hace 38 años capacita a personas en las comunas más vulnerables de Santiago, Francisca Droguett, su gerenta, reconoce la importancia que tienen las organizaciones de la sociedad civil a la hora de brindar apoyo a los sectores más vulnerables: “Nosotros como fundación no podemos desaparecer, porque somos un apoyo súper grande. Hemos pensado y redactado proyectos diferentes. No hemos parado, porque nuestro trabajo se necesita más que nunca. Tenemos que seguir empoderando a los microemprendedores”.
Una reinvención solidaria
Fernanda Gómez tiene una empresa de banquetería, pero en marzo, cuando se decretó la pandemia, vieron cómo su negocio entró en recesión y se vieron obligadas a dar un giro. A esta joven chef siempre la motivaron los temas sociales, y junto a una dupla de cocineros, que se acogieron a la Ley de Seguridad del Empleo, montó una campaña para ir en ayuda de adultos mayores en las comunas de San Bernardo, Buin, Santiago Centro y Las Condes, a quienes les entregan almuerzos diariamente. Con este proyecto ha generado ingresos, dos puestos de trabajo y una cadena solidaria de ayuda a los más necesitados. “Esto me ha ayudado a ver el otro lado de la pandemia, la bondad de la gente. Ha sido súper gratificante. Mi idea es poder seguir ayudándolos a largo plazo, compatibilizando mi trabajo con este proyecto”.
Escrito por: Bárbara Guerrero
Fuente: Periódico Encuentro / www.periodicoencuentro.cl
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