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El mejor regalo que puedes darle
Haz memoria de lo que ha sido tu madre para ti: te dio el don de la vida, se ha ocupado de cuidarte, alimentarte, vestirte, educarte.
Una gran manera de mostrar amor y gratitud es la oración. Por eso, el día de las madres reza como quieras, pero reza por tu madre.
Tu oración por tu madre podría concretarse en una de las siguientes formas:
Pide a Dios por ella
Pedir a Dios por otro es lo que llamamos oración de intercesión (cfr. Catecismo 2634-2636) Es una forma de imitar a Dios, rico en misericordia, que busca siempre el mayor bien de los demás (Flp 2,4). Es también una forma de poner en práctica la comunión de los santos, donde el bien de los unos se comunica a los otros, comportándonos como un solo cuerpo, con Cristo a la cabeza. ¡Cuanto más valioso pedir por nuestra Madre!
Pide por sus intenciones
Una hermosa forma de orar por alguien es traerlo a la memoria cuando estés con Dios. No tienes que pedirle nada particular, simplemente dile a Dios Nuestro Señor que lo confías en sus brazos paternales. Incluso puedes imaginar a tu madre junto a ti, a Dios o a María delante, tomarla de la mano o abrazarla, y llevársela a ellos para que la abracen, la protejan, la consuelen, le concedan la gracia de experimentar mucho amor.
Recuérdala cuando ella esté ya con Dios
Cada vez que regrese a tu memoria el recuerdo de tu madre, no dejes de encomendar su alma a Dios, pidiéndole a Él que le colme en el cielo del amor y de la felicidad que Él mismo nos prometió a Su lado, y que de algún modo ella te mostró en la tierra, anticipándote una probadita de la felicidad de los hijos de Dios. Pídele también a ella que interceda ante Dios Nuestro Señor por ti, para que algún día pueda reunirse toda la familia en el cielo. ¡Qué gran fuerza de intercesión ha de tener ante Dios la oración de una madre, Él que no supo negarle nada a su madre en la tierra! (Jn 2) Con razón se ha llamado a la Sma. Virgen la “omnipotencia suplicante”.
Perdónala
Si ella ya murió o si aún vive, pero guardas en tu interior algún dolor o resentimiento por algo que te haya hecho y que te ha provocado sufrimiento, dile a Jesús que la perdonas y que quieres el mayor bien para ella. Pídele al Espíritu Santo que sane tu corazón herido y que sea un bálsamo tanto para ella como para ti.
¡Que Dios y la Virgen Inmaculada bendigan a nuestras Mamás, vivas o en presencia del Señor!
Fuente: Catholic.net
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