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Viernes 05 de Marzo, 2021

Papa Francisco visitará Irak del 5 al 8 de marzo

 


Un abrazo de consuelo para un pueblo rico en fe y cansado de tanto sufrimiento

Tres días, serán intensos para entrar en contacto con cristianos y musulmanes, para llevar un mensaje de paz y mostrar que todos son iraquíes y comparten un mismo país y una misma cultura desde el inicio de la historia.

“Si los cristianos no regresan a sus hogares, el cristianismo en Irak desaparecerá”, denuncia el sacerdote iraquí Salar Kajo.

Las calles se visten de banderas vaticanas e iraquíes y grandes letreros con fotografías del Papa Francisco  junto al emblema de la visita penden de los faroles en las calles. Faltan pocos días para que el Santo Padre arribe a Bagdad y la actividad es frenética. Se recogen escombros, limpian las calles y pintan fachadas. Lo mismo ocurre con las Iglesias y las casas. Y es que después de tres años de violencia terrorista que destruyó por completo las ciudades, es necesario tratar de repararlo todo.

Sin embargo, lo más importante es recuperar la confianza de un pueblo herido. Regresar a casa no es fácil cuando huiste de noche, solo con lo puesto porque ISIS amenazaba  a los cristianos con matarlos si no renegaban de su fe.  Una disyuntiva que movilizó a unos 125 mil cristianos y los obligó a buscar refugio en Kurdistán y países más lejanos. Después supieron que sus propiedades y negocios habían sido destruidos o requisados por los miembros de Isis. Se calcula que 15.000 casas de familias cristianas resultaron dañadas.

Las Iglesias corrieron similar suerte. Rayados en las paredes, insultos, blasfemias y las marcas dejadas por armas de fuego aún se ven en muchas de ellas. Otras están siendo arregladas porque la gente así lo desea y lo pide. Para ellos no es válido arreglar sus casas si la Iglesia que los acoge y fortalece no es recuperada. Así lo manifestó el padre Ammar Yako, sacerdote sirio-católico encargado de la restauración de la Iglesia de Al Tahira en Qaraqosh: “Toda la gente de aquí siente que es su casa, parte de su historia. Así que es muy importante volver a abrir la iglesia”.

Tras el ataque de ISIS en 2014 se implementaron  26 campos de refugiados para ayudar a quienes huían. En ellos la Iglesia acogió, dio abrigo y comida. Atendió a los enfermos y montó escuelas para educar a los niños. La vida no era fácil en el campamento… pero estaban vivos y podían soñar con  un futuro que veía más cercano.

Durante 3 años sacerdotes, religiosas y laicos trabajaron incansablemente para acompañar y ayudar a quienes llegaban a Erbil, ciudad que recibió a la mayoría de los cristianos que escaparon de la Llanura de Nínive. El Padre Benoka Benham atendía un improvisado consultorio, las religiosas dominicas, que también habían huido de Qaraqosh, consolaban a las personas, el obispo Warda organizaba la ayuda para que a nadie le faltara comida o agua y para que los niños, que de un día para otro se habían quedado sin poder ir a la escuela, siguieran educándose. Existía un peligro considerable de que se convirtieran en una “generación perdida”. Fue así como se instalaron escuelas temporales. Los profesores eran desplazados internos, como sus alumnos.

Monseñor Sako, patriarca de Babilonia de los Caldeos señaló cuando se dio a conocer el viaje del Papa a Irak: "Desde hace tiempo vivimos con miedo, pero también con esperanza”. Sus esperanzas están en la presencia del pontífice, pero sobretodo en el nuevo ímpetu misionero que ella traerá. Es por eesto que invitó a todos a rezar una oración, que él mismo escribió, para prepararse y ser receptivos al mensaje que el Santo Padre lleve a Irak y que por supuesto será extensivo a todas las naciones.

La visita papal -enfatiza monseñor Sako- no será un "viaje turístico" o "de lujo", sino una peregrinación cargada de un mensaje de esperanza  "para todos en un tiempo de incertidumbre". Debemos hacer que sea –subrayó- "una ocasión de gran cambio, para que la fe y la esperanza en nosotros se conviertan en un compromiso".

Desde 2017, año en el  que fueron expulsados los terroristas, unas 80 mil familias han vuelto a los pueblos de la llanura de Nínive. Los primeros lo hicieron con temor, pero poco a poco son más los que regresan, aunque la falta de trabajo, la crisis económica y la pandemia han hecho dudar a muchos.

La vuelta a casa es importante no sólo para ellos sino también para que el cristianismo no desaparezca de esta región que vio nacer nuestra fe. Ur de los Caldeos, de donde salió Abraham está en Irak.  Mesopotamia que ahora es Irak fue la cuna de la civilización y la Torre de Babel estaba en Sinar, lo que es hoy Irak. Nínive es la Babilonia del exilio judío. Y si seguimos repasando la Biblia encontraremos más lugares santos. El Papa Francisco está visitando la geografía y las raíces de la fe cristiana.

 “Los cristianos iraquíes - asegura el arzobispo Nathanael Nizar Samaan, jefe de la diócesis sirio-católica de Hadiab, en el Kurdistán iraquí,  no tenemos ninguna 'agenda'  que promover aprovechando la visita papal. Cuando ves que el Papa mismo viene a visitarnos, es una señal inequívoca de que no estamos solos, de que la Iglesia nos ama, y eso nos basta. Para nosotros es un regalo precioso seguir adelante en nuestro camino y llevar a cabo la misión a la que estamos llamados en estas tierras, insiste.

Pero también para los demás, para el mundo entero, será bueno poder redescubrir a través de la 'lente' de la visita papal que en Irak  hay comunidades vivas, que están llenas de deseo de permanecer es esta tierra, sin aislarse y vivir en fraternidad con iraquíes de otras religiones, a pesar de la pobreza, el reducido número de los que somos, el sufrimiento y los muchos problemas cotidianos”.

Un sentimiento que comparte monseñor Bashar Warda, arzobispo católico caldeo de Erbil. Los cristianos de Irak, dice, “desempeñan un papel misionero: dar testimonio día a día de las enseñanzas de Cristo, mostrar la verdad de Cristo y dar un ejemplo vivo a nuestros vecinos musulmanes de un camino hacia un mundo de perdón, de humildad, de amor y de paz. Nuestra esperanza es permanecer en nuestra antigua patria”.

“Dios y la familia son aquí la prioridad en nuestra vida diaria. Somos fieles a Su amor, en medio del peligro proveniente de los enemigos externos, pero también de los desafíos propios de los tiempos modernos, que amenazan con debilitar nuestra fe tradicional”.

Pensamiento compartido por el sacerdote Salar Kajo:
“Si los cristianos no regresan a sus hogares, el cristianismo en Irak desaparecerá”. Palabras fuertes que nos mueven a colaborar para que muchos regresen a casa.

Ayuda a la Iglesia que sufre (ACN) ha prestado colaboración en Irak desde 1972. Ayudas que se intensificaron con los ataques de ISIS en 2014, y durante todo el período de ocupación. ACN apoyó  al gran número de refugiados en Erbil y sus alrededores. Nuestra ayuda permitió asegurar la sobrevivencia de 11.800 familias, apoyamos la educación de 7.200 niños cristianos en escuelas temporales y distribuimos 141.600 canastas de alimentos, entre otras actividades.

Tras la derrota de ISIS, hemos ayudado a las familias a regresar reparando casas, iglesias y centros comunitarios.

Todos estos años de trabajo conjunto nos han permitido conocer el valor de este maravilloso pueblo. Su fe inquebrantable y lo mucho que pueden hacer por su país y por el mundo.

Para conocer más historias y testimonios y seguir de cerca la visita papal ve el sitio www.acn-chile.org.

Fuente: ACN- Chile
 




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