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Asà nos preparamos para el nacimiento de Jesús
La característica central del Adviento es la oración, la penitencia y el ayuno, porque el alma, que está a la espera del Mesías, reconoce que sin Dios está dominada por el pecado y, por lo tanto, su horizonte es vacío y está lleno de amargura y pesar.
Pero que sea tiempo penitencial, no significa que sea tiempo de tristeza, como muchos podrían suponer. Es motivo de alegría, ya que se espera el nacimiento del Niño Dios.
Esta es su triple finalidad:
Recordar el pasado: Celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. El Señor ya vino y nació en Belén. Esta fue su venida en la carne, lleno de humildad y pobreza. Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres. Esta fue su primera venida.
Vivir el presente: Se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria, la "presencia de Jesucristo" en nosotros y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor, en la justicia y en el amor.
Preparar el futuro: Se trata de prepararnos para la Parusía o segunda venida de Jesucristo en la "majestad de su gloria". Entonces vendrá como Señor y como Juez de todas las naciones, y premiará con el Cielo a los que han creído en Él; vivido como hijos fieles del Padre y hermanos buenos de los demás. Esperamos su venida gloriosa que nos traerá la salvación y la vida eterna sin sufrimientos.
Fuente: Aciprensa.com
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