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Hemos venido de Oriente a adorar al rey
Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo”.
Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. “En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel’”.
Herodes mandó llamar secretamente a los magos y, después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: “Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje”.
Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría y, al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO
Profundicemos en el Evangelio con la reflexión de Fray Fernando Vela López, dominico del Convento Virgen del Camino, León, España.
La liturgia de hoy nos lleva al momento feliz en que los Magos, tras un largo viaje, encuentran a Jesús y le ofrecen el oro que merece como Rey, el incienso que reconoce su divinidad y la mirra que honra su humanidad. Es la confesión de la fe ante el misterio de nuestro Dios que se manifiesta hecho hombre, hecho niño. Tras haberse revelado a María y a José, a los ángeles y a los pastores, se muestra hoy a los gentiles, a los que le buscan.
El Papa Francisco ha dejado escrito que “una gran alegría invade a los Magos ante el Niño Rey. No se dejan escandalizar por la pobreza del ambiente; no dudan en ponerse de rodillas a adorarlo”. Participamos de esa fe reverente de los Magos en la Eucaristía con la alegría de los niños que hoy disfrutan sus regalos. Dios también se nos regala para que vivamos felices.
Fuente: Dominicos.org
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