Jueves 07 de Diciembre, 2023

Voces que rememoran nuestra historia

Ad portas de celebrar 70 años como comunidad parroquial, leemos nuevos relatos que nos invitan a transportarnos en el tiempo y recordar a aquellas personas que han marcado distintos hitos.

En esta ocasión, Mariana Correa e Ignacio Swett comienzan su relato en el año 1982.

Recordemos con gratitud y vivamos nuestro presente con esperanza en el testimonio de Mariana e Ignacio:

“Llegamos al territorio parroquial el año 1982, el mismo año en que el padre Ignacio Ortúzar asumió como párroco de Inmaculada Concepción. Algo conocíamos de él, ya que durante una época íbamos a sus misas en la Parroquia Santa Elena.

Comenzamos como simples feligreses, asistiendo siempre a su Misa dominical y, en la medida de lo posible, a la Misa vespertina. Nos llamaba mucho la atención la participación de muchos laicos en las actividades parroquiales.

No recordamos cuándo, ni por qué, nos invitó a integrarnos al grupo Serra Club que se reunía en la Parroquia para trabajar y rezar por las vocaciones sacerdotales. Posteriormente, el padre Ignacio nos invitó a integrarnos a la Pastoral Bautismal, actividad que desarrollamos gustosos dado que éramos nosotros los que más provecho sacábamos de las reuniones con padres y padrinos.

Mención especial hacemos de nuestro querido sacristán, Mario Cáceres y su señora, la querida Filito, quienes vivían en una casa de la parroquia, en terrenos donde hoy están las oficinas del colegio.

La Filito creó la pastoral de Trabajadoras de Casa Particular. Ella las reunía en sus días de salida. Los domingos se reunían en Misa de 9:00 horas con un coro integrado por ellas. Después compartían un rico desayuno y asistían a diferentes cursos que organizaba la Filito. ¡Qué linda labor pastoral!

Cómo no recordar a nuestra querida secretaria parroquial, la Nana Silva, siempre dispuesta a ayudar y a solucionar cualquier cosa con muchísimo cariño.

En esos años, había en la Parroquia mucho interés en la formación en la fe. Se dictaron varios cursos con gran asistencia de fieles. Tuvimos excelentes profesores, como fueron el P. Maximino Arias, que dio un curso de ‘Cristología',  y el teólogo Antonio Bentué, que nos dio el curso 'La Opción Creyente’.

Al poco andar, el padre Ignacio nos invitó a formar parte del Consejo Parroquial y, junto a eso, tuvimos que asumir nuevas responsabilidades. En efecto, en esos años, el Colegio Inmaculada Concepción era un colegio parroquial y, por lo tanto, la Parroquia debía administrarlo. Difícil labor, dado que los aportes estatales sólo alcanzaban para cubrir el sueldo de los profesores, pero no los otros muchos gastos de administración y mantención.

A Mariana la marcó mucho el encargo del padre Ignacio de organizar el Vía Crucis que se hacía por las calles el Viernes Santo. Había que conseguir casas para cada estación, en que las familias ponían un altar en la vereda y ellos rezaban la estación que les correspondía. Era muy lindo ver a familias completas, muchos niños, acompañados de sus papás y abuelos y a diferentes personas que se turnaban para llevar la Cruz del Señor.

Pudimos acompañar al padre Ignacio hasta el término de su labor de párroco. Fue una época maravillosa, sentir que pudimos crecer en la fe y conocer a tanta gente maravillosa.

Comentar nuestros más de cuarenta años como feligreses en pocas líneas, es imposible… Sólo agregar que damos gracias a Dios y a la Inmaculada Concepción por habernos regalado la oportunidad de pertenecer a esta parroquia que nos llena de un sano orgullo al ver cómo sigue siendo: una parroquia viva, abierta a la comunidad y que va adecuando su quehacer a las necesidades espirituales de su feligresía”.