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Domingo 11 de Agosto, 2024

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 6, 41-51

 


Yo soy el pan vivo bajado del cielo.

Los judíos murmuraban de Jesús, porque había dicho: Yo soy el pan bajado del cielo. Y decían: ¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: “Yo he bajado del cielo?”

Jesús tomó la palabra y les dijo:

No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y Yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas:

“Todos serán instruidos por Dios”. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí.

Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo Él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida.

Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero éste es el pan que desciende del cielo, para que aquél que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que Yo daré es mi carne para la Vida del mundo.

Palabra del Señor

 

Te invitamos a meditar el Evangelio con la guía de Fray Jesús Espeja Pardo O.P. del Convento de Santo Domingo (Caleruega).

El evangelio de San Juan es el más tardío de los cuatro evangelios que se leen en la misa. Ya en su prólogo trae la confesión cristiana: Jesucristo es Palabra, Presencia de Dios mismo “en la condición humana”. Escribe partiendo de la revelación de Dios en la historia bíblica. Según el libro del Éxodo, Moisés pide a Dios que diga cual su realidad o su nombre. Y Dios contesta: “Soy el que soy”. Y el evangelista Juan aplica a Jesús ese nombre o realidad divina en muchos pasajes. En esa visión hay que interpretar la revelación “Yo soy el pan de vida”.

El discurso comienza con la exigencia ineludible de la fe en Jesús en cuanto es el pan divino bajado del cielo (Jn 6,29). El evangelista parte del AT: “vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; el que coma de este pan vivirá para siempre”.

La incredulidad de los oyentes se apoya en la condición humana de Jesús; conocen a sus padres y parientes; trabaja, come y participa en la oración del sábado como los demás judíos; no se considera superior a nadie y es amigo de los más pobres y religiosamente pecadores. No puede ser el pan de vida bajado del cielo.

La novedad singular de la fe o experiencia cristina es la encarnación: Presencia de Dios amor que se da en la condición humana. En su conducta y en sus palabras Jesús es el pan de vida. La respuesta a las necesidades y esperanzas de la persona y de la sociedad humanas. La clave inspiradora para la renovación o conversión de la Iglesia. La luz y camino para el perfeccionamiento de la humanidad con todas las realidades entre las que vive.

Pero esa fe no se reduce a creencias en verdades formuladas. Es una experiencia similar al amor: entrega libre y total a la revelación de Dios. Tiene su iniciativa en la auto-comunicación de Dios amor que se da “nadie viene a mi si el Padre no le atrae”; nuevo nacimiento del Espíritu en nuestra intimidad siempre dentro del mundo.  Pero al mismo tiempo es quehacer humano; salida voluntaria de nuestro egocentrismo; abriéndonos libre y totalmente a esa comunicación. Es el encuentro que llamamos gracia.

La celebración eucarística es el símbolo y el momento cumbre de la fe, comida y encuentro con Jesucristo, “pan de vida”. que debe tener lugar en la existencia cotidiana del bautizado.

Fuente: Dominicos.org




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