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Domingo 15 de Septiembre, 2024

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 8, 27-35

 


Tú eres el Mesías... El Hijo del hombre debe sufrir mucho.

Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: ¿Quién dice la gente que soy Yo?

Ellos le respondieron: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas”.

“Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?” Pedro respondió: “Tú eres el Mesías”.

Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de Él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad.

Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo:

“¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”.

Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará”.

Palabra del Señor

A continuación te invitamos a iluminar la Palabra con la guía de Fray Antonio Larios Ramos del Convento de Santa Cruz la Real, Granada, España.

Hoy, en las pautas damos preferencia al tema de la fe y las obras sin olvidar la ineludible teología de la cruz; no porque sufrir sea nuestra vocación sino porque no hay cristianismo sin cruz.

Profetizó el Siervo paciente (Isaías 50, 6: “Ofrecí la espalda a los que me golpeaban …, la ofrecí como si fuera un malhechor; y Jesús antes de morir exclamó: “ha de cumplirse en mí esta escritura. Fui contado entre los malhechores” (Lc 22,37)

La teología y la comunidad cristiana, desde el comienzo de su historia, han contemplado como anuncio profético la figura del Siervo paciente referido a Jesús que carga con nuestros pecados y los expía en la cruz. El nos anuncia la salvación y, sin embargo, es despreciado por aquellos a quienes redime.

El evangelio de hoy (Marcos, 8, 27-35) es el comienzo del núcleo central del segundo evangelio canónico. Hasta ahora los discípulos parecían incapaces de reconocer quien era Jesús. Ahora a partir de la confesión de Pedro: “Tu eres el Mesías” se habla de Jesús como el Siervo sufriente de Isaías que cumple todo lo anunciado en su camino de cruz. Perspectiva esta a tener en cuenta: vida en fe y obras con el yugo incluido de la cruz.

Por tres veces anunció Jesús su pasión y su muerte por nosotros. Jesús sabía bien que se dirigía, desde la cuna hacia la cruz y a la resurrección, pero los discípulos no podían entender que ese fuera el final de un Mesías poderoso y lleno de misericordia en quien creían. De ahí que Pedro se pusiera a reprenderle y Jesús tuvo que reprimirle porque su actitud era satánica e infiel. “Quítate de mi vista, Satanás, ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!

Desde la perspectiva cristológica de Marcos como teología de la cruz, teología de salvación, salen muy mal paradas las visiones y ambiciones de los discípulos que no podían admitir que el Mesías sufriera, o las nuestras que no acabamos de ponernos al servicio del amor, de la caridad y de la justicia de los más necesitados. Y es que, con la vida, las obras y los actos, es como hay que mostrar la fe.

El teólogo Julio Lois cuando define en que consiste la auténtica espiritualidad cristiana señala tres rasgos: conocer la realidad, cargar con la realidad y cambiar la realidad. Dios nos llama a comprometernos, desde nuestra fe, y con las obras a bajar de la cruz a los crucificados de este mundo. Porque la fe si no tiene obras, por si sola está muerta. Tanto la carta de Santiago como el relato del evangelio de hoy nos alertan contra la tentación de una espiritualidad intimista, una mera adhesión intelectual a los dogmas, o a una privatización de la fe. Y no, la fe es el encuentro personal con Jesús, vivido en comunidad, que nos lleva a vivir en relación filial con el Dios del Reino y con los hombres, nuestros hermanos.

Se hace Dios presente en nuestros sufrimientos. ¿Cargas con tu cruz? ¿Cómo compaginas en tu vida la fe y las obras? Decir: creo en Dios y no vivir según el plan de Dios es una burla al Señor y un escándalo ante los hombres.

Fuente: Dominicos.org




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