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… fue dicha por uno de los 12 apóstoles? ¡Conoce aquí de quién es!
En la santa Misa solemos decir: “¡Señor mío y Dios mío!” en el momento de la Consagración del Cuerpo y la Sangre de Cristo. ¿De dónde surge esta expresión?
Después de la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo, los discípulos se encontraban reunidos en una casa, a puertas cerradas, por miedo a los judíos, y por la incertidumbre de lo que sería su envío como discípulos misioneros después de que el Maestro había muerto en la Cruz.
Sin embargo, cuando Jesús se les apareció por primera vez a los apóstoles, Tomás no estaba con ellos y no lo vio. Cuando le platicaron emocionados que habían visto al Resucitado, Tomás no les creyó; se le hacía imposible, y entonces exigió meter sus dedos en las llagas de sus manos y pies, y meter su mano en la herida del costado para poder creer.
Por eso, otra vez se les apareció, pero podríamos decir que manera especial a Tomás. Y entonces le pidió que metiera sus dedos y su mano en sus heridas gloriosas, y Tomás se rindió ante la evidencia, y tan solo alcanzó a exclamar: “Señor mío y Dios mío”.
Fuente: Desde la Fe
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