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Jueves 21 de Noviembre, 2024

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 18, 33b-37

 


Tú lo dices: Yo soy rey.

Pilato llamó a Jesús y le preguntó: ¿Eres Tú el rey de los judíos?

Jesús le respondió: ¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?

Pilato replicó: ¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?

Jesús respondió:

Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que Yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí.

Pilato le dijo: ¿Entonces Tú eres rey? Jesús respondió:

Tú lo dices: Yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz.

Palabra del Señor

 

A continuación te invitamos a meditar y comprender las lecturas de hoy, bajo la guía de Fray Jesús Espeja Pardo O.P., del Convento de Santo Domingo, Caleruega.
 

El evangelista San Juan en ese apretado texto que hoy leemos ofrece catequesis muy rica y profunda. Cabe acentuar algunos temas de fondo.

Los discípulos han dejado a Jesús solo ante los poderosos que le van a juzgar y condenar.  El evangelista dice que Pedro “le seguía de lejos”. Actualizar en la propia vida la realeza de Jesús se llama espiritualidad cristiana. Una tarea que es nueva cada día, en lo cotidiano que no se repite. Suponiendo que nos inspire su mística de amor, nos invita a tomar “nuestra cruz”. Dar sentido a escollos y sufrimientos que nos salen al camino. Siempre conscientes de que la cruz y el sufrimiento salvan. Lo que salva de verdad es el amor que dan sentido a la cruz y al sufrimiento.

Lógicamente verdad es lo opuesto a mentira. En su intervención pública como profeta itinerante una y otra vez Jesús denuncia la mentira de religiosos hipócritas que dicen una cosa y hacen; que acusan a Jesús ante el gobernador romano pero no entran en la sala de juicio para no contaminarse. Y el gobernador romano ve que no hay motivo para condenar a Jesús, pero para crearse problemas acepta también la mentira.

Mi reino no es de este mundo”. Cuidado con la traducción.  Porque el “reino de Dios”, o una sociedad fraterna, ya tiene lugar en este mundo, aunque todavía de modo imperfecto y en espera de una plenitud sin sombras. Ese reino ya está aquí como la levadura en la masa, fermentando a la humanidad para que sea más solidaria. No funciona con la lógica del poder, sino con la lógica de la gratuidad o del amor que sirve sin esperar nada a cambio.

Es un reino que lejos de negar sin más la existencia de las autoridades o poderes necesarios en la organización social, los sana del individualismo y los legitima como mediación del amor. “En Jesucristo”, la Iglesia, todavía en proceso de conversión al Evangelio, es signo visible y creíble de la única vocación para toda la humanidad. Eso significa celebrar la fiesta de Jesucristo rey del universo, cuando ansiamos la justicia y la paz pero sufrimos la injusticia, las guerras y desgracias que nos dejan sin palabras.

Fuente: dominicos.org




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