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Publicada: Domingo 13 de Abril, 2025

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas Lc 19, 28-40

 


Domingo de Ramos, 13 de abril

Jesús, acompañado de sus discípulos, iba camino a Jerusalén. Cuando se acercó a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; y si alguien les pregunta: «¿Por qué lo desatan?», respondan: «El Señor lo necesita»».

Los enviados partieron y encontraron todo como él les había dicho. Cuando desataron el asno, sus dueños les dijeron: «¿Por qué lo desatan?». y ellos respondieron: «El Señor lo necesita».

Luego llevaron el asno adonde estaba Jesús y, poniendo sobre él sus mantos, lo hicieron montar. Mientras él avanzaba, la gente extendía sus mantos sobre el camino.

Cuando Jesús se acercaba a la pendiente del monte de los Olivos, todos los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios en alta voz, por todos los milagros que habían visto. Y decían: «¡Bendito sea el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!».

Algunos fariseos que se encontraban entre la multitud le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos». Pero él respondió: «Les aseguro que si ellos callan, gritarán las piedras».

Palabra del Señor

 

Te invitamos a meditar la Palabra de hoy con la guía de Fray Ángel Fariña Pérez O.P. del Convento de Nuestra Señora de Atocha, Madrid, España.

Con la entrada de Jesús en Jerusalén damos comienzo a la Semana Santa. Con alegría y cantos; con palmas y ramas de olivo en nuestras manos evocaremos el momento en el que Jesús entra sobre un borrico en «la ciudad de la paz». Ciudad que es el marco físico donde se desencadenan los acontecimientos de su pasión y muerte, tal y como escucharemos en este día en el relato de la Pasión según san Lucas, y como iremos contemplando a lo largo de toda esta Semana Mayor. Por ello, dado que el evangelio de hoy es la Pasión, sería conveniente proclamar al comienzo de la celebración -como nos indica la liturgia de este día- el relato donde Lucas nos narra esta escena, es decir, el momento de la entrada triunfal en Jerusalén (Lc. 19, 29-40). Si nos adentramos en el texto veremos que el evangelista no nos muestra un Mesías envuelto en boato, triunfante y poderoso que llega con autoridad a la presencia de sus súbditos. Más bien, es todo lo contrario. Y el borrico es señal bien clara de esto que intentamos decir, en tanto que muestra una imagen humilde y sencilla. Y es que de haber optado por un caballo, por poner un ejemplo, podría trasmitir ánimo de guerra cual emperador hambriento de conquista y poder de sumisión. Pero Jesús no busca promover guerreros ni imponer impuestos. Como tampoco pretende ser temible y terrible. Jesús de Nazaret, por puro amor, atraviesa una de las puertas de acceso a la Ciudad Santa para que se pueda percibir una nueva imagen de Dios que, con la grandeza y esplendor de su humildad, quiere acercarse al ser humano. Así pues, sublime pórtico de celebración, para vivir y sentir toda esta intensa semana, el de este Domingo de Ramos. Porque desde la humildad se nos va a mostrar la fuerza que posee el amor de Aquel que murió en una cruz, para que la esperanza y la alegría no desaparezcan de la faz de la tierra.




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