Miercoles 10 de Agosto, 2016

“La Parroquia ocupa un lugar especial en mi corazón”

Llegó sin saber mucho a qué se iba a enfrentar. Sandra Lobos, de 53 años, es contadora de profesión y trabajó 14 años  en una cooperativa de viviendas, luego pasó por otros trabajos para finalmente llegar a acompañarnos. Vive en La Florida y tiene una hija de 21 años, quien es su orgullo.

Llegó hace 9 años a trabajar como secretaria en la Parroquia a través de una amiga, Lorena Vallejos: “Vine a la entrevista por si acaso, ya que yo no sabía nada de trabajo parroquial, por lo tanto no esperaba que me eligieran y Gracias a Dios estoy acá”.

Su horario laboral es de 9: 00 a 13:30 y de 15:30 a 19 horas una semana y de 10:00 a 13:30 y de 15:30 a 20:00 horas, otra semana. Está a cargo de atender a los feligreses en todas las necesidades que requieran de la Parroquia: “Al principio me pareció una tarea difícil, pero ya está superado. Atiendo a las madres que buscan información acerca del bautizo, novios que requieren información para casarse, adultos mayores que participan en diferentes actividades, etc. Creo que lo más importante es que debo saber escucharlos, ya que, a veces las personas sólo quieren que los escuchen y hablar con alguien. Lo que más me gusta es poder ayudar cuando alguien visita mi oficina, que la persona se vaya contenta  y conforme”.

Siente que Dios le dio una oportunidad única al trabajar acá: “para mí la Parroquia ocupa un lugar especial en mi corazón. Ha significado mucho en mi vida personal y familiar. Uno acá aprende a ser mejor persona y aprende de los demás. Lo que sí, es que hay que tener paciencia, comprensión y tolerancia”.

Agradece de forma sincera y con mucho cariño todos estos años en la Parroquia: “gracias al Padre Eduardo que me dio su confianza y la oportunidad de demostrar que podía aprender y a María Dolores que me enseñó el trabajo que hoy realizo. Quiero agradecer también a mis otros compañeros, ya que, acá se trabaja en equipo. Y un especial recuerdo al Padre Hugo Peña y Lillo el cual me apoyaba mucho con mi labor de secretaria”. 

Sus padres, que eran muy cercanos a ella, murieron mientras ella trabajaba en la Parroquia y nos cuenta que su apoyo, fue fundamental en su duelo: “el estar acá me ayudó mucho cuando tuve que enfrentar la partida de mis dos padres, Héctor Lobos y María Mena, me ayudaron a canalizar mejor el dolor”.

Recemos mucho para que, tal como a Sandra, nuestra Parroquia Inmaculada Concepción de Vitacura pueda seguir tocando los corazones de muchos más con el amor profundo de un Dios misericordioso y amable.